miércoles, 12 de noviembre de 2014

Y ahora cómo le quito el chupón sin que sufra? (Parte I)

Por: Berna Iskandar (@conocemimundo) el 07/08/2013



Desde que el ser humano pobló este mundo, la manera natural de alimentar al bebé de nuestra especie era dando la teta, hasta que surgió la industrialización de la leche y con ella la popularización de los teteros, con lo cual dar el pecho se convirtió en una práctica poco común. Así mismo los bebés humanos se calmaban en brazos o se porteaban todo el tiempo en pareos o fulares, pegados al cuerpo de mamá, hasta que surge la novedad histórica de cochecitos, sillitas eléctricas de esas que vibran o se mecen, entre otros artilugios o sustitutos del cuerpo materno. Igualmente siempre había sido el pecho de la madre lo que calmaba la necesidad de succión (por hambre o consuelo) de los niños hasta que se destetaban naturalmente a una edad en que ya no necesitaban llevarse ni dedos ni otros objetos a la boca para sentir seguridad. Pero un día se inventa el chupón o “pacifier” (pacificador), que luego pasó a ser tan popular y recomendado por médicos y otros profesionales de salud, como sustituto del pecho materno.
Todos estos cambios normalizaron el hecho de que los niños, buscando el consuelo que dejaron de obtener con la teta o el cuerpo de la madre, desarrollen dependencia al chupón, chupete o en su defecto al dedo, con lo cual las mismas personas que recomiendan o eligen tetero y chupón -a determinada edad del niño cuando ya se ha arraigado el hábito- son los que comienzan a presionar para quitarlo, muchas veces recurriendo a métodos bruscos, represivos que provocan sufrimiento a la criatura.

Muy a menudo, mamás y papás me manifiestan su angustia acerca de cómo cumplir con el mandato de pediatras o de odontólogos que indican quitar el chupón o el dedo a su bebé a partir del año y medio o dos años. Todos los padres que me consultan lo hacen huyendo de recomendaciones directivas o impositivas e interesados en conocer una salida respetuosa, sin forzar o hacer sufrir a sus pequeños.

En virtud de la alta frecuencia con que me han manifestado esta preocupación, decidí entrevistar a mi querida amiga Louma Sader,  que además de ser odontóloga, es referencia hispanohablante de la crianza respetuosa y ofrece cursos sobre salud bucal infantil donde se encarga de educar en la prevención, así como de despejar este tipo de inquietudes a padres y madres.

Querida Louma, desde tu experiencia de odontóloga y  madre volcada a la crianza respetuosa, acláranos por favor si  es necesario ofrecer el chupón a los bebés y de ser así ¿cuándo, para qué y cómo ofrecerlo?

Lo que es “necesario” para el bebé es la succión, el calor, los brazos y mimos. Desde luego, el bebé espera, necesita y desea, satisfacer la necesidad de succión en el pecho de su madre, cerca de sus latidos, bajo su mirada, en sus brazos amorosos y tomando la leche que la naturaleza ha ideado y puesto a punto para él -no con un trozo de silicona o caucho. En líneas generales, no es necesario ni recomendable ofrecer un chupete a los bebés menores de un mes de nacidos en los que no se haya instaurado aún una adecuada lactancia materna. De nuevo, lo que el bebé necesita es tomar el pecho a demanda. Si tomándolo así, vemos que hay momentos en los que sale mucha leche y realiza una succión pasiva o no nutritiva y la leche chorrea por las comisuras, podríamos ofrecer por un ratito el chupete, sin embargo, esto no es imprescindible y en caso de hacerse, ha de ser exclusivamente en momentos puntuales, nunca en sustitución del pecho.

También en casos de separación con la madre, por trabajo por ejemplo, podría ser de ayuda ya que la succión aporta bienestar y confort. Sin embargo, es importantísimo recordar que el chupete no es un artilugio para “callar” las necesidades del niño, sino en ese caso, una herramienta más de consuelo, donde la principal sería el afecto, la cercanía y las palabras amorosas de un adulto de referencia para el niño.

Háblanos ahora de los beneficios y perjuicios del uso del chupón

Entre los posibles beneficios tenemos que mamá quizás pueda separarse puntualmente durante un momento de su bebé, o que el bebé pueda, en caso de ser inevitable la separación por un rato de su madre, calmarse y/o dormirse en brazos de otro cuidador.

Entre los contras, tenemos que el chupete, a diferencia del pecho, no se adapta a la forma exacta del paladar del bebé, por lo que al hacer de su succión un hábito, será el paladar y no el chupete, el que se deforme. Con el pecho sucede lo contrario; es blandito y se estira y adapta perfectamente propiciando el correcto desarrollo de las estructuras musculares y óseas de la cavidad oral. También tenemos el tema de la higiene; el pecho siempre está limpio, mientras que un chupete puede caer al suelo (en casa o fuera) y estar contaminado o sucio. En mi curso online de Salud Bucal para Padres hablo más extensamente sobre la higiene adecuada del chupete.

Además, la introducción del chupete como hábito en menores de un mes puede causar confusión del pezón, dificultando la lactancia e incluso disminuyendo la producción de leche materna por no estimular adecuadamente la misma mediante succión del pecho de la madre.

¿Una vez que se instala el hábito o se crea una dependencia, cuál sería el momento indicado y la manera respetuosa para ayudar al niño a que deje el chupón?

Sabiendo que la necesidad primaria del bebé o niño pequeño es la de succionar del pecho de su madre y que el chupete es un hábito impuesto para cubrir de alguna manera esa necesidad, pero no de la forma en la que espera el niño, sino de una manera que conviene al adulto, debemos recalcar entonces la necesidad de abordarlo de la forma más respetuosa posible.

Es crítico tener en cuenta, al hablar de dejar el hábito de succión del chupón que el niño, a quien estamos obligando en estos casos, tiene un hábito impuesto por sus padres y para la “conveniencia” de sus padres, este niño no buscó instintivamente el chupete al nacer (sino el pecho), nosotros se lo hemos ofrecido, o peor en algunos casos: le hemos enseñado a usarlo como sustituto.

También es importante considerar que la edad antropológica de destete espontáneo en el ser humano se encuentra -según Katherine Dettwyler, investigadora y autoridad indiscutible a nivel mundial en la materia- entre los dos y medio y los siete años de edad. Por lo cual, si no llevamos a cabo una lactancia a demanda y a término, debemos tener presente que es probable que el niño continúe teniendo la necesidad de mamar hasta ese período en el que hubiera ocurrido el destete espontáneo de habérsele permitido llevar un amamantamiento a término.

Con esto no quiero decir que debamos permitirle al niño usar el chupón hasta que se case… Si utilizamos el chupón de forma puntual, y sólo durante breves momentos durante el día, continuando con la lactancia a demanda, es muy probable que el niño lo deje por sí solo. En ningún momento debe usarse el chupete como sustitutivo del pecho, de los brazos, ni de la atención materna. Si igualmente estamos supliendo la necesidad verdadera, a pesar de estar usando chupón, creo que no se creará una dependencia; cumpliría una función puntual como la de satisfacer la necesidad de succión pasiva en momentos en los que la madre produce demasiada leche y el bebé la deja caer por sus comisuras, o en caso de ausencia materna momentánea.

¿Y con el dedo?

El dedo es otro tema, aunque se trata también de una estructura, si cabe llamarla así, que no se amolda a la forma del paladar duro del niño, sino que al igual que el chupete lo deformaría, debemos tomar en cuenta que es parte del cuerpo del niño y también que algunos bebés maman dedo incluso dentro del vientre materno. Si continuamos con una lactancia a demanda y satisfaciendo la necesidad de contacto y cercanía del niño, el tiempo que pase con el dedo en la boca será más bien corto.

Para resumir, no existe una edad como tal, sin embargo, desde el punto de vista odontológico es recomendable dejar el chupete antes de los dieciocho meses, y el dedo antes de que hagan erupción los dientes permanentes anterosuperiores. De cara a dejar estos hábitos, lo que no recomiendo en lo absoluto es mentir al niño, descalificarlo, burlarse ni humillarlo.

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