jueves, 2 de enero de 2014

LOS SUEÑOS DE UN NIÑO ADULTO

 Juan Martín del Potro por Martín Palermo
El ex futbolista y ahora director técnico explica cómo un atleta de elite llegó a la cima persiguiendo obstinadamente los deseos de su infancia
 
Foto de Toru Hanai/Reuters
 Es un gran deportista. Humilde, los pies sobre la tierra. Su familia es la base de todo, como suele sucederles a los atletas que viajan por el mundo. Hasta ha dejado de jugar algún torneo importante porque la madre estaba con algunos problemas de salud. Tiene la sensibilidad de un chico, porque lo es, y la madurez de un adulto. Una capacidad especial para sobreponerse a la adversidad. Recuperarse de los golpes de la vida y de las lesiones graves es difícil. Ocurrió cuando Juan Martín debió operarse la muñeca, una pausa que lo mantuvo lejos del tenis y le hizo perder su lugar de privilegio en el ranking. Uno de sus grandes méritos es su modo de enfocarse en el objetivo. Nunca se confunde con las metas que debe alcanzar. Y jamás pierde de vista los sueños que quiere obtener. Un deportista de alto rendimiento, exitoso, puede distraerse con los ruidos de la fama. El reconocimiento atrae, todos tenemos una cuota de vanidad. Pero Juan Martín se siente incómodo con la fama, no es algo que le interese. El éxito no lo abruma. Esa claridad es lo que le ha permitido llegar adonde está. Ha madurado muy rápido. Tenemos una relación muy cercana. Tratamos de vernos cuando lo permiten nuestros compromisos y sus viajes. Conversamos de cuestiones deportivas, por supuesto, comparamos las exigencias de cada deporte, pero muchas veces tratamos de evitarlas para distraernos un poco. Las concentraciones que exige el fútbol son difíciles, pero el tenista debe enfrentar una situación quizá más angustiante: pasa muchas horas sólo. No lo aconsejo, sólo lo escucho con mucha atención. Comparto alguna experiencia personal que pueda ayudarlo. Él dice lo que piensa, yo le ofrezco mi mirada. Siempre insisto en cuestiones esenciales: hay que fortalecer la mente, buscar contención en la familia y superar con velocidad los momentos adversos. No hay tiempo para lamentarse cuando se quiere llegar a la cima. Como atleta de elite, tiene un régimen muy estricto. Es parte de la rutina, del esfuerzo que muchas veces no ven los demás. Cuidarse, alimentarse bien y descansar. La consistencia física es decisiva. Juan Martín lo sabe, su compromiso en la etapa de entrenamiento es alto. Lo he visto jugar en varios torneos internacionales y en la Copa Davis. Siempre es un placer. Es fácil reparar en la potencia de sus golpes. Pero lo que más admiro en él son sus ganas de superarse siempre, su mentalidad para buscar el objetivo sin apartarse un segundo de ese camino. Nunca un desvío, nunca un momento de confusión. Nunca bajar los brazos. Ha tenido partidos memorables, sobre todo con Roger Federer. Y esta temporada ha vuelto a demostrar de lo que es capaz: les ganó a los mejores, llegó al Master, es top 5. Antes o después será –como lo soñó siempre– el número 1.

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