martes, 21 de enero de 2014

Cómo enfrentar el delicado período después del parto


 29th noviembre, 2011
 El parto no es solo el nacimiento de un niño o niña, sino que también el nacimiento del ser madre.

Es un momento de profundos cambios tanto físicos como psicológicos en la mujer, en el cual ella debe incorporar a su identidad, a su sentido de sí misma, esta nueva dimensión que es el ser mamá. Esta adaptación implica una reacomodación en términos emocionales. La mujer entra en la marea de la maternidad, a un modo de funcionamiento muy distinto al del mundo externo y mucho más parecido al mundo del bebé. A pesar de que el parto conlleva una separación física entre madre e hijo/a, emocionalmente están muy unidos, por eso hablamos de díadas “mamabebé”.
Algunos hablan de que estar en puerperio (la etapa que va desde el nacimiento hasta que los niño/as comienzan a caminar e independizarse más de los padres) es como volverse un poco loca.

Es que pasar de una situación en la cual la mujer tiene el control de su vida -de poder planificarse, de organizar su día- a la pérdida de control que implica estar al cuidado de un recién nacido/a -que no tiene horarios y que tiene múltiples necesidades, todas urgentes- puede ser una experiencia bien extrema, ante la cual, si no se está preparada y apoyada por el entorno familiar, se puede sentir mucha angustia.

En nuestro país, especialmente en las grandes ciudades, el puerperio es una etapa vivida de manera muy solitaria, sin que existan muchos espacios para que las mujeres puedan compartir estas vivencias y encontrar apoyo y contención afectiva. Tampoco se habla mucho de lo difícil que pueden ser las primeras semanas con un bebé en casa, las revistas nos muestran imágenes de madres bellas y felices, con bebés sonrientes, por lo que las mujeres que no lo viven así quedan muy excluidas, con la sensación de que lo que les pasa es raro.

Se considera que el puerperio dura aproximadamente hasta los dos años del niño/a, edad en la cual ha alcanzado una relativa independencia emocional de la madre. Pero no todo este tiempo es igual en términos de funcionamiento y necesidades de la díada. Las primeras seis semanas suelen ser las de mayor demanda ya que se establece la lactancia y el bebé está regulando sus ciclos de sueño/vigilia y de alimentación. Además los padres se deben acostumbrar a la falta de sueño y a los cambios en las rutinas y funcionamiento familiar. Es frecuente que los padres se sientan sobrepasados y que haya momentos de angustia. Es recomendable entonces que los padres pidan toda la ayuda que necesiten, y que las personas alrededor de ellos la ofrezcan, especialmente lo que les ayude a liberarse de tareas anexas a la crianza, dejándoles toda la energía para cuidar a su bebé.

Luego de las seis semanas y hasta los tres meses viene un período de menor demanda, en parte debido a que los padres ya se han acostumbrado a la nueva rutina (y a la falta de sueño), y a que el bebé empieza lentamente a ordenarse en sus ciclos. Luego de los tres meses tiende a ser más fácil y grato, y es el momento en que gran parte de las madres y padres señalan empezar a disfrutar realmente de su mater (pater) nidad.


¿Es normal? ¿Cuándo consultar?

Las sensaciones más comunes que experimentan las mujeres en el puerperio tienen que ver con cambios de ánimo muy abruptos: pasar de la felicidad extrema a la tristeza extrema, del querer mucho a su bebé a no estar tan segura de si quería tenerlo, junto a un sentimiento de culpa por sentir que uno no lo está haciendo bien.

Estos sentimientos, que además tienen que ver con los cambios hormonales, aparecen por lo general durante las primeras seis semanas de puerperio. Se habla del “Baby blue”, que mezcla sensaciones de tristeza, incertidumbre, ansiedad, sentir que no se tiene tiempo para nada.

Sentir un amor a primera vista por la guagua le pasa a un tercio de las mamás. Los otros dos tercios tienen distintas sensaciones: que no están preparadas, que se les viene una carga enorme encima, que no están tan seguras de que querían ser mamás, o que su guagua no se parece tanto a lo que imaginaban. Estas son todas sensaciones normales y esperables en un momento de cambio vital importante.

Esto no necesariamente implica que la mujer esté deprimida, y generalmente estas sensaciones se pasan si la madre es validada en sus sentimientos, no criticada por lo que hace o deja de hacer, y recibe mucha contención y apoyo de su círculo familiar.

Pero si esta situación se extiende, si pasan semanas en las cuales la mujer siente mucha pena, mucha rabia, o sentimientos agresivos o ambivalentes hacia su guagua, entonces es necesario pedir ayuda. Por eso es importante que las personas que la rodean entiendan que las mamás pueden presentar emociones contradictorias, y estar atentos para pedir ayuda profesional (a la matrona, enfermera, pediatra, o psicóloga,) si esto tiende a prolongarse.

Cómo apoyar en el puerperio

Cuando nace un bebé, todo cambia. Se inicia un proceso de reorganización tanto para la madre, como para el padre y el resto de la familia. Todo el sistema familiar, sus rutinas, sus espacios, se reacomodan para incluir este nuevo integrante. Es un momento crítico en el cual se requiere de mucho apoyo.

Contención y apoyo: Se dice que la mujer puérpera nunca debería estar sola. Porque es un periodo muy sensible en que la mujer tiene una conexión emocional tan fuerte con la guagua, que tiene los mismos cambios de ánimo que ésta. Con todos estos cambios, necesita que alguien las contenga, por eso es tan importante contar con una red de apoyo, del padre, de la familia extensa, de la comunidad. Tendemos a visitar a la madre y al recién nacido/a en el hospital o clínica y luego dejarlos solos en casa. Las madres, especialmente cuando son primerizas, necesitan mucho cuidado y compañía de personas que sean respetuosas de sus necesidades y de sus tiempos, que le pregunte qué necesita, y la refuercen positivamente diciéndole todo el tiempo que lo está haciendo bien, que lo que le pasa es esperable, que los momentos difíciles van a pasar.

Refuerzo positivo y apoyo en tareas del hogar: Durante las primeras semanas el ideal es que la madre pueda desligarse, dentro de lo posible, de las tareas domésticas, de manera de poder enfocarse en el cuidado del bebé y de sí misma. La mujer tiene que pedir ayuda y su entorno debe comprender que no porque esté en la casa debe hacerse cargo de todo. Ojalá todas las personas que están alrededor puedan tomar un rol contenedor, ayudar con pequeñas tareas.

Fortalecer la lactancia: Dar pecho produce en el niño y madre una sensación de placer por un bombardeo de oxitocina y endorfinas (llamadas también hormonas del amor, o de la felicidad) que contribuyen a mantener un buen estado de ánimo. De hecho, las mujeres que amamantan tienen menor tendencia a desarrollar depresión postparto que las que no amamantan. Pero la lactancia no siempre fluye desde el primer momento, es un proceso de aprender a conocerse con el bebé, y en ese proceso puede haber dificultades. Ahí es importante el apoyo de la red: otras mujeres, consultoras de lactancia, matronas. Es muy importante que las mujeres pidan esa ayuda, no sólo en cuanto a lo que es una buena técnica de lactancia sino que en relación a todos los aspectos emocionales que rodean este proceso.

Atención de salud: Al primer control de salud del niño/a, las mamás suelen llegar con una lista de preguntas que frecuentemente escapan al campo médico, pero que se le hacen al profesional porque es la única persona confiable con que cuentan para resolver dudas respecto a la crianza y cuidado del bebé. Los profesionales de la salud tienen una importante tarea que hacer ahí, en términos de bajar la ansiedad, ayudar a la madre (y al padre) a empoderarse en su rol, a confiar en sus instintos, siempre de manera respetuosa y contenedora. Ojalá las enfermeras y los pediatras pudieran hacerse el tiempo para acoger las dudas de los padres, estableciendo una relación de confianza y apoyo. Si eso no es posible, ojalá pudieran gestionar una derivación a otros servicios y/o profesionales que puedan acoger las inquietudes propias del puerperio y la crianza.

Rol del padre: Frente a la angustia o ansiedad que pudiera presentar la mujer en este período, la labor del hombre es cuidar, contener, acompañar a la madre. No “ningunear” sus sentimientos, sino que calmarla, respetando sus preocupaciones. Es importante entender que también pueden tener sentimientos muy intensos, de felicidad y también de tristeza, ya que también tienen que acostumbrarse a una nueva dinámica. Pasar de una esposa con la que compartía, disfrutaba y hacía planes, a una que muchas veces no le presta la atención que él espera y está todo el día en función de la guagua puede producir sentimientos de exclusión. Hay que entender que es parte del proceso.

Si hay otros hijos o hijas mayores, es el momento de tomar un rol más preponderante, de hacerse cargo de tareas como salir con ellos, darles la comida, bañarlos. Y tanto para el papá como para los hijos/as mayores, también es importante participar del cuidado del bebé: mudar, bañar, regalonear. Con el correr del tiempo el rol del padre será cada vez más importante para el bebé, pero en las primeras semanas su rol principal es de contener a su pareja, para que ella pueda contener a su hijo o hija. Y el rol de la sociedad en su conjunto es el de proteger a esta familia para así darle al niño y niña el mejor comienzo.

Chile Crece Contigo
Francisca Montedonico Godoy
Psicóloga de Espaciocrianza
Escrito en Embarazo y Parto, Espaciocrianza

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