jueves, 27 de junio de 2013

En Primera Persona: Sube la Bilirrubina

Verónica comparte sus dos experiencias amamantando a sus bebés con ictericia. Dos situaciones diferentes, marcadas por dos lactancias distintas: una bien establecida de entrada y otra con más dificultades. Gracias por compartir tu historia con nosotros.

Tengo sangre grupo 0 y mi marido tiene sangre grupo A. Cuando quedé embarazada nadie me explicó que eso podía llegar a traer problemas. Mi hija mayor nació con el grupo sanguíneo de su papá. El parto fue complicado, pero ella se prendió hermosa mente al pecho y tomaba con ganas el calostro de los primeros días y después la leche que bajó puntual a los 2 días. Cuando nos dieron de alta del sanatorio (en EEUU, donde vivíamos en ese momento), el neonatólogo me dijo “su hija tiene la bilirrubina alta; fíjese si se pone muy amarilla y el lunes (era viernes) llévela a control”. No era suficiente información, pero afortunadamente al día siguiente recibimos la visita de una enfermera a domicilio que nuestra cobertura médica enviaba a todas las casas a las 24hs del alta. La enfermera me explicó que mi hija tenía ictericia ABO que se producía por la diferencia en grupos sanguíneos entre ella y yo, que le ofreciera la teta a cada rato, mucho, mucho, que eso iba a hacer que eliminara la bilirrubina a través de la materia fecal e iba a evitar que la internaran para hacerle fototerapia (ponerla bajo la lámpara). Así que nos pusimos en teta intensiva y le di la teta cada hora, hora y media. El lunes, en el control, había recuperado el peso de nacimiento y la bilirrubina había bajado significativamente.
 
Imagen: phanlop88 /
FreeDigitalPhotos.net
Dos años y medio más tarde nació mi segundo hijo. A esa altura, yo ya era asesora voluntaria de un grupo de apoyo a la lactancia materna, me había formado para apoyar a otras mamás y tenía claro el tema de la ictericia ABO. Sabía que era muy importante que mi hijo recibiera calostro y leche para que eliminara la bilirrubina. Pero mi hijo tenía otras ideas: todas las cosas raras que había leído que los bebés podían hacer con la lengua cuando tomaban el pecho, las hacía él. Parecía que había leído los mismos libros que yo, y había aprendido todo lo que no ayudaba a que tomara bien el pecho. Con mucha dificultad, lograba que tomara algo de calostro, pero no suficiente. Su nivel de bilirrubina subía y subía y finalmente, dos días después del alta, tuvimos que volver para que lo internaran en la unidad neonatológica para administrarle fototerapia. Afortunadamente, la clínica tenía una política de internación conjunta, por lo que yo tenía una cama para dormir. Las enfermeras me llamaban de noche cuando mi bebé tenía que tomar la teta, y durante el día estaba al lado suyo, tomándolo en brazos todo lo que podía (con la aprobación de su neonatólogo) y amamantándolo con mucha frecuencia. Después de tres días volvimos a casa, ya con la lactancia bien establecida y sin bilirrubina.

Fue muy importante contar con el apoyo de personal médico con conocimiento de lactancia materna que en ningún momento sugirió destetar u ofrecer complemento y que me alentó constantemente para que mantuviera la lactancia materna exclusiva. De mis dos experiencias rescato que si el bebé se prende bien de entrada y se ofrece el pecho con frecuencia, aumenta la probabilidad de evitar la fototerapia.

Más información sobre lactancia e ictericia

Este documento tiene fines informativos y no reemplaza la atención médica.

©GALM Bariloche. Permitida la reproducción sin modificaciones y citando la fuente.

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